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¿Qué tan provechoso resulta brindar un contacto temprano con la realidad sanitaria del país a los estudiantes de ciencias de la salud?

No fue sino hasta con la aparición del COVID-19 y el constante incremento de contagios que se resaltó las necesidades que, un país lleno de corrupción y mal manejo de los recursos como lo es el Perú, tenía con respecto al ámbito sanitario. Es a partir de dicha etapa de incertidumbre e inseguridad que se hace evidente una preocupación, no solo por la falta de personal médico sino también por el casi nulo compromiso que mucho de los profesionales de la salud tenían con respecto a las necesidades de la población. Ya que muchos de ellos, producto del miedo de contagiarse, no cumplían con lo que en algún momento de su formación se comprometieron a cumplir: El principio de beneficencia. Por muchos grados que estos tuvieran y todo el conocimiento que manejan, si el trato a las personas y la realidad que atraviesa el país no representa una prioridad para ellos, todo este intelecto se vería desperdiciado. Es por ello, que la formación de los futuros profesionales de la salud debe tener una conexión directa y precoz con la realidad sanitaria del país y generar en ellos una consciencia social y humanitaria. 

Durante muchos años, los planes curriculares de los estudiantes de ciencias de la salud se han caracterizado por la existencia de una etapa preclínica con una clínica, siendo a partir de la segunda en la cuál iniciaba el contacto con el sistema y la realidad sanitaria como tal. Sin embargo, la metodología de enseñanza ha cambiado, pasando de un modelo flexneriano, el cuál se caracteriza por asegurar una amplia base de conocimientos científicos, a uno basado en problemas.1 Lo cierto es que se enfatiza este método educativo en ciencias de la salud como medida transformadora y para contribuir con el fortalecimiento del sistema sanitario como tal. Situación que teniendo como contexto el nuestro, era necesaria su implementación.2

Es así como médicos como Dornan y Bundy, fundamentan que una experiencia temprana sería la guía que los planes de estudio requieren hacia un contexto más social y práctico, además de que sería una gran ayuda facilitando la posterior transición al ambiente clínico en los últimos años de formación universitaria que afrentan los futuros profesionales de la salud. Esto sumado a la motivación que les generaría usar todos los conocimientos adquiridos y hacer una comparación interiorizada entre cómo era la interacción con el público objetivo a cómo es con los pacientes.3 Metodologías clave como lo es el Aprendizaje-Servicio fomentan ese enfoque biopsicosocial que va introduciéndose en los estudiantes y estos, lo toman como suyo a lo largo de su formación resultando en un futuro una mejoría en la calidad del servicio que entregan a la población. Reforzar todos los principios que año tras año fueron siendo soslayados y cambiados por ambiciones meramente económicas o de autorrealización es fundamental para producir un verdadero cambio en la realidad sanitaria del Perú.

Asimismo, esta experiencia se debe ejecutar en equipo, involucrando las diversas ramas de la salud, ya que, desde una perspectiva integradora, el clima organizacional debe hacerse presente desde un inicio como forma de preparación para las habilidades de desenvolvimiento y el trabajo en conjunto que se necesitan en un contexto profesional y estando ya laborando en cualquier centro de salud.4 Colaboración que resulta beneficiosa puesto que todas las estrategias o soluciones presentadas por cada estudiante perteneciente a una carrera de salud diferente van dirigidas a solucionar un problema común, siendo la única finalidad, la de proporcionar al público objetivo el mejor servicio posible y tratar con ellos más que con la necesidad que ellos puedan tener.

Cabe mencionar que hay numerosos estudios y análisis que respaldan este contacto anticipado mediante la asistencia a la población desde los primeros años de formación integral, tal es el caso de uno realizado en 1998 el cuál indicaba que después de los tres primeros años de experiencia el contacto precoz con la realidad asistencial en estudiantes de medicina, las opiniones de todas las autoridades y la de los estudiantes, coinciden en que tiene muchos aspectos positivos desde el punto de vista cognitivo así como motivacional y afectivo, como resultado de haber generado un bien a la población y las ansias de seguir haciéndolo.5

La formación de un futuro profesional de salud no solo es determinada por los conocimientos y habilidades adquiridas en el currículo universitario, son los valores los que regulan su actuar una vez egresados y poseedores de vocación de servicio para con la sociedad. En virtud de esto, el servicio brindado desde los estudios de pregrado hacia la comunidad establece las bases de una responsabilidad social y moral que incorpora como suyos los intereses del colectivo, en este caso, del público objetivo. En síntesis, los valores surgen a través de la práctica, lo que determina su naturaleza objetiva e importancia dentro de la enseñanza del profesional de salud en potencia6.

Así pues, a pesar de que existan quienes no consideran viable este primer contacto con la realidad sanitaria y prefieren mantener una enseñanza vertical y en la cual el fluir de conocimiento por parte del profesor para el estudiante es lo único que importa; no es sino gracias a esta experiencia que se promueve la calidad de servicio, la transferencia del aprendizaje, las relaciones interdisciplinarias y una formación personal humanística, que hace falta en nuestro país. Que, de realizarse de manera tardía o de no hacerse, no tendría los mismos resultados y no representaría la solución que el sistema sanitario y de educación superior precisan con relación a la futura generación de profesionales de la salud, cuyo servicio siempre debe ser orientado a suplir con las necesidades de la población y hacerlo de la forma más humana posible.


REFERENCIAS:

(1)Prat-Corominas J, Oriol-Bosch A. Proceso de Bolonia (IV): currículo o plan de estudios. Educ Med 2011; 14: 141-9

(2)Frenk J, Chen L, Bhutta ZA, Cohen J, Crisp N, Evans T, et al. Health professionals for a new century: transforming education to strengthen health systems in an interdependent world. Lancet. 2010;376(9756):1923-58.

(3)Dornan T, Bundy C. What can experience add to early medical education? Consensus survey. BMJ 2004; 329: 834-7.

(4)Peduzzi M, Fernandes H. Teamwork and collaborative practice in Primary Health Care. Interface (Botucatu) [en línea]. 2018; 22(2): p. 1525-1534.

(5)Johnson AK, Scott CS. Relationship between early clinical exposure and first-year students' attitudes toward medical education. Acad Med 1998; 73: 430-2.

(6)Mugarra CG, Pérez H, Bujardón Al. Consideraciones sobre la educación en valores a través de los medios de enseñanza-aprendizaje. Rev Hum Med. 2011;11(3):538-58.






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